VIAGEM AO CORAÇÃO DAS TREVAS de Nuno Faria

OS RECURSOS DO MÉTODO DE PEDRO VALDEZ CARDOSO de João Pinharanda

AD GLORIAM EPHEMERAM de João Pinharanda

SIGHTSEEING de Bruno Leitão

À LA CARTE de Bruno Leitão

OBJECTOS QUEER de José António Fernandes Dias

ENTREVISTA (CROSS-CULTURAL) de Lúcia Marques

QUARTO SEM VISTA de João Miguel Fernandes Jorge


O PESO DA HISTÓRIA@MNSR de Fátima Lambert


UMA CONVERSA CRUA de Hugo Dinis


MUNDOS INQUIETANTES de Xosé M. Buxán Bran


THE ORDER OF TODAY IS
THE DISORDER OF TOMORROW de Luísa Soares de Oliveira


CRUDE de Filipa Oliveira


MEMÓRIAS DOS ACTOS de Sandra Vieira Jürgens


_________________________________________________________________________________________________________________________________


MUNDOS INQUIETANTES


            De entre las numerosas versiones hechas por los artistas a partir del cuadro de la Tate de Londres en el que John Everett Millais pinta entre 1851 e 1852 a Ofelia flotando muerta en las aguas, víctima de un suicídio por desamor, la realizada en 2007 por Pedro Valdez Cardoso (Lisboa, Portugal, 1974) resulta particularmente inquietante. En ella está esa joven que se sumerge en esa charca infecta contaminada de engrudo negro, rodeada por bolsas negras de basura y botellas de plástico negro y en la que los nenúfares y las ramas caídas se convierten, frente a la deliciosa y frondosa naturaleza de Millais, en desechos de alquitrán impregnados de un piche mortal. La poética escena del artista inglés se transmuta aqui en una triste burla, porque hasta lo que era un rostro hermoso en la pintura decimonónica se transforma ahora en un caldero boca abajo, y la delicadeza de aquel cuerpo vestido, fundindo con las aguas, resulta aqui una muñeca descoyuntada.

           Valdez Cardoso evita los paños calientes de las muretes míticas en olor de santidade y opta por rflejar com rotundo realismo la burla negra de esa muerte absolutamente miserable y vulgar que les espera a miles de mujeres en el mundo en escenarios como este, un entorno que podría creerse que es apocalíptico si no fuese verdadeiramente real y cotidiano en tantos lugares del planeta. Un território de violencia hacia las mujeres y de violencia hacia la naturaleza que es como un locus femenino destrozado, una madre tierra violada a la que el daño y saña infringida nos cubren a sus hijos com un manto de culpa y chapapote que há de ser nuestra mortaja.

           La misma crudeza la encontramos en esa outra escultura de un monumento ecuestre, aquí casi un antimonumento, porque está realizado en plástico y cinta adhesiva negros y no en bronce o mármol como suelen estarlo siempre, que tampoco ocupará el espacio público porque las inclemencias metereológicas acabarían com él. Un antimonumento demasiado débil y precario con el que Valdez Cardoso trata de destapar la verdadera naturaleza de la historia y de sus héroes. ¿No es más cierto y realista que esa cabeza de militar glorioso debió de ser mucho más calaveira portadora de muerte que adulador retrato sofisticado? ¿Y ese penacho del casco no es al cabo más escoba que penacho? Y qué pensar de esos cuerpos garbosos y atléticos de los héroes; ¿No son en muchos casos, como aqui apunta el artista, más un hatajo de palitroques de petimetre? ¿Y no tienen en muchos casos, como ocurre aquí también, más enjundia y cuerpo esas hombreras de flecos quel el propio cuerpo del soldado?

           Ambas obras de Pedro Valdez Cardoso parecen nacidas al amparo de toda esa tradición artística que crea obras que ironizan crudamente y a lo largo de los siglos con las grandes verdades sagradas y que va desde El Bosco hasta Kurt Westergaard, el dibujante danés de las caricaturas de Mahoma. En realidad, lo que hace Pedro Valdez Cardoso y toda esa tradición artística es mostrar el verdadero rostro de este mundo, libre de los maquillages y de las convenciones protocolarias y biempensantes.

           Estas dos obras que se exhiben en la Sala X coinciden perfectamente, en fin, com ciertas cuestiones referidas a la naturaleza y a Galicia; hablo, evidentemente, de la presencia en las costas gallegas a lo largo del tiempo de las mareas negras que han ido ensuciando de chapapote el mar y las vidas de miles de gallegos y gallegas. Estas dos esculturas cubiertas metaforicamente com esse alquitrán de espesa negritud a causa del plástico y la cinta adhesiva negra (procedente precisamente también de los derivados del petróleo), visten de un luto de negra sombra rosaliana la historia y la vida. El negro de estas esculturas absorbe todo como un agujero negro e incluso nos ciega, porque esa oscuridad impide observar y reconocer (y también fotografiar) con nitidez los perfiles y detalles exactos de las cosas, y al tiempo nos enmudece, porque habla con claridad meridiana de una sociedad encenagada en lo sucio y en el vacío de un negativo que no tiene color.

           Formas, pues, de un no ser que alarma e inquieta la visión y el tacto, que niega los contornos, las formas, la existencia.

Xosé M. Buxán Bran

_________________________________________________________________________________________________________________________________